BASAJAUN - BASANDERE

'señor salvaje - señora salvaje'

1. BASAJAUN Y EL SECRETO DE LA SOLDADURA

Basajaun, el señor del bosque, fue, para los antiguos y antiguas moradoras vascas el primer agricultor, el primer molinero y el primer herrero, de quién los seres humanos, aprendieron esos oficios.

En Kortezubi se cuenta que Basajaun había descubierto el procedimiento para soldar el hierro, pero para los humanos era del todo desconocido.

Así pues, San Martín intento averiguar cómo el basajaun hacía la soldadura de dos piezas de hierro. Para ello mando anunciar en la zona de Kortezubi que él había descubierto el procedimiento para soldar el hierro.

Entonces el Basajaun preguntó al pregonero:

- ¿Es que San Martín asperjó con agua arcillosa las piezas de hierro?

- No lo hizo, pero ya lo hará -contestó el pregonero.

Y así, utilizando como fundente la arcilla con agua, San Martín logró la soladadura del hierro, técnica que luego se propagó por los pueblos.


Joxe Miel Barandiaran. Diccionario de Mitología Vasca. Editorial Txertoa. Donostia, 2003

2. EL CANDELABRO DE SALBATORE

Los protagonistas de esta leyenda son Basajaun y Basandere. A ambos se les conoce como “los señores del bosque” o “los señores salvajes”. Son genios que habitan en lo más profundo de los bosques. Son tan altos como los árboles, tienen el cuerpo cubierto de pelos y el cabello les llega hasta el suelo. Basajaun es el protector de los rebaños. Cuando está cerca, las ovejas hacen sonar sus cencerros y los pastores pueden descansar tranquilos, pues él cuidará de que nada malo le ocurra al rebaño. Según el tipo de relato, unas veces son seres diabólicos con una fuerza extraordinaria, y otras veces Basajaun representa al primer agricultor, herrero o molinero de quien aprendieron los hombres.

La leyenda «El candelabro de Salbatore» ha sido recogida por Azkue, Barandiaran, Iraburu, Cerquand, Barbier y otros.


Hace mil años, en Mendibe, Behenafarroa, sólo había dos casas, Lohibarria y Garseaberroa. Un día, el pastor de Lohibarria se fue con el rebaño a la zona de Galharbeko-potxa, cerca de Irati, y, al acercarse a una de las cuevas, vio a la Basandere, que se estaba peinando el cabello. A su lado brillaba como el sol un candelabro que ella misma acababa de limpiar. El joven se quedó admirando de tal modo el candelabro que no acertaba a decir palabra.

—¿Qué haces ahí parado como un muerto? —le preguntó la Basandere—. Te gusta mi hermoso candelabro, ¿eh?

—¡Nunca había visto nada igual! —replicó el pastor—. Por favor, ¡dámelo!

—¡Tú estás loco, humano! Este candelabro me lo ha regalado mi compañero, el Basajaun —dijo la señora salvaje.

Pero el pastor insistió e insistió, le dijo cosas bonitas que la Basandere nunca antes había oído, le cantó antiguas canciones de amor de Behenafarroa, le recitó versos..., hasta que, finalmente, consiguió que le regalase el candelabro. En cuanto el pastor tuvo el candelabro en sus manos pensó que era demasiado valioso para él y que lo mejor sería llevarlo a la ermita de San Salbatore, y hacia allí se dirigió. Al darse cuenta de las intenciones del joven, Basandere comenzó a perseguirle y a gritar que se lo devolviese, pero el pastor corría ya cuesta arriba hacia la ermita.

Basajaun, que estaba en lo alto del monte, oyó gritar a su mujer y, al ver lo que ocurría, en dos saltos se lanzó sobre el joven, que estaba a punto de llegar a Salbatore.

—¡Ay! —dijo el pastor—. San Salbatore, lo tenía para ti, te lo ruego, ten piedad de mí. En ese mismo instante, la campana de la ermita se puso a tocar sola, y los dos señores del bosque se detuvieron.

—¡Te has valido de esa maldita campana! —le gritó Basajaun—.Pero, ¡ten cuidado!, porque me las pagarás el primer día que te encuentre en ayunas.

Los dos gigantes desaparecieron en el bosque y el pastor pudo entrar en la ermita 0con el candelabro y dejarlo encima del pequeño altar.

Unos días después el joven ya había olvidado su aventura, y salió al monte en ayunas, es decir, sin haber comido ni bebido nada antes. De pronto, le salió al paso el Basajaun, que se le quedó mirando con una sonrisa que más parecía una mueca feroz.

—¡Vaya! ¡Vaya! —dijo con su terrible voz—. Mira a quién tenemos aquí...

Entonces el pastor se acordó de la amenaza, comenzó a temblar y se llevó las manos a la cabeza, desesperado. Pero la víspera había estado trillando y le quedaban unos granos de trigo entre los cabellos. Se comió rápidamente los granos y rompió el ayuno. Basajaun desapareció y nunca más volvió a encontrarse con él, aunque, después de semejante susto, tampoco el pastor volvió a ir al monte en ayunas.

El candelabro continúa en la ermita de San Salbatore, pero ya no es tan hermoso como antes. Los españoles quemaron la capilla dos veces y el candelabro se volvió negro, y negro continúa. Los habitantes de Mendibe han intentado bajarlo al pueblo, pero nunca han podido ir más allá del collado de Harizkurutxeta, por lo que el candelabro sigue y seguirá estando en Salbatore para siempre.

Martinez de Lezea, Toti - Leyendas de Euskal Herria

3. BASAJAUN Y EL SECRETO DE LA SIERRA

Cuentan en Oiartzun la leyenda sobre un hombre valiente llamado San Martinico que sonsacó al genio el secreto de la fabricación de la sierra.

Basajaun fabricaba sierras en su taller, y San Martinico deseando conocer el secreto maquinó un plan: envió a su criado al pueblo anunciando que su señor había fabricado la sierra.

Al oír esto Basajaun, le preguntó al criado: ¿Es que tu amo ha visto la hoja del castaño? El criado contestó: No la ha visto pero la verá.

Se lo contó inmediatamente a su señor, y éste fabricó una lámina de hierro dentada al estilo de la hoja del castaño.

Por la noche Basajaun fue al taller de San Martinico para comprobar si había fabricado alguna sierra, y al encontrar allí una, le torció alternativamente los dientes queriendo inutilizarla. Pero en vez de inutilizarla mejoró la sierra, y de este modo se propagó por el mundo la sierra de dientes triscados.

JM Barandiaran

4. BASAJAUN Y EL CARBONERO

Dicen que en la cueva de Askoa vivía un señor del bosque (basajaun). Éste se juntó con un grupo de carboneros de Ataun. Uno de los carboneros, tras hacer un agujero con su hacha en un tronco, pidió al señor del bosque que metiera las manos, sujetando el hacha por dentro, y la pasara así al otro lado.

El señor del bosque hizo como le pidieron pero el carbonero sacó el hacha cerrando la abertura del tronco y atrapando las manos del señor del bosque en el tronco.

Los carboneros bajaron al señor del bosque al pueblo, para que la gente lo viera, y posteriormente le soltaron, pero al poco tiempo el carbonero desapareció sin dejar rastro.

JM Barandiaran

5. BASANDERE Y EL CANDELABRO

En el camino que sube de Mendibe a la montaña de Irati, se encuentra la ermita de Salbatore, a donde va en peregrinación, sobre todo el día de Corpus Christi, mucha gente de los pueblos vecinos. La ermita es objeto de varias leyendas, en las que aparecen localizados algunos temas que se repiten en diversos relatos populares.

Una de tales leyendas es la que se refiere a un viejo candelabro que se halla en Salbatore. El genio Basandere, que vivía en una cueva de Galharbeko-potxa, lugar situado cerca de Irati, poseía ese candelabro, robado, al parecer por Basajaun.

Un joven del caserío Lohibarria (Mendibe) pasaba por aquel paraje con sus vacas, cuando vio lucir al sol el candelabro que acababa de ser abrillantado por su dueña, la cual estaba en aquel momento ocupada en peinarse con un peine de oro.

El chico pidió insistentemente el candelabro a Basandere y esta acabó por entregárselo. El pastor lo llevaba a la ermita de Salbatore y al ver esto, Basandere empezó a protestar a gritos y a perseguirlo.

Basajaun que se encontraba en lo alto del monte, advirtió lo que pasaba y se lanzó también tras el joven. Éste, que ya se encontraba cerca de Salbatore, dijo a gritos: Jondoni Salbatore, zuretzat nuen, othoi urrikal zakizkit! "¡Señor San Salvador, lo tenía para usted; por favor, tenga piedad de mí!". Al instante la campana de Salbatore empezó a sonar y Basandere y Basajaun se detuvieron. Este último dijo a gritos: "te ha valido esa maldita campana; pero el día en que yo te sorprenda en ayunas, lo pagarás".

Unos días más tarde, el joven pastor de Lohibarria iba en ayunas al monte, tras una jornada de trilla y le salió al encuentro Basajaun. El pastor se acordó de la amenaza que le hizo éste, por lo que llevó la mano a la cabeza donde encontró unos granos de trigo entre su cabello y lo introdujo en su boca. Así, el pastor rompió el ayuno y Basajaun desapareció al instante.

El candelabro continúa todavía en la ermita de Salbatore. Los habitantes del próximo pueblo de Mendibe han pretendido llevarlo al pueblo; pero nunca han podido bajarlo más allá del collado de Haritz-kurutxeta.

6. BASANDERE ENAMORADA

Basandere vivía en los bosques de Lantz, y se enamoró de un joven con el que se encontró en cierta ocasión. Como el humano no correspondiese a sus demandas de amor al descubrir que poseía garras en vez de pies, el genio le auguró su próxima muerte, que tuvo lugar al día siguiente, y a cuyo entierro asistió la propia Basandere.